“Somos una especie cultural”, explica Joseph Henrich,
profesor de biología humana evolutiva en la Universidad de Harvard.” Nuestras
capacidades psicológicas únicas nos permiten aprender unos de otros a través de
generaciones, lo que facilita un proceso de evolución cultural acumulada que
produce tecnologías cada vez más complejas y sofisticadas”.
Esto significa que la tasa de innovación dependerá, al menos
en parte, del tamaño y la interconexión de las personas para contribuir al
proceso de evolución cultural. Para entender la naturaleza social de los seres
humanos, es crucial entender cómo la cultura ha impulsado nuestra evolución
genética de manera que ha dado forma no solo a nuestra fisiología y anatomía,
sino también a nuestros procesos sociales y psicológicos, motivaciones,
inclinaciones y percepciones.
La base de nuestra capacidad de formar comunidades
cooperativas, organizaciones y sociedades no surge de las tendencias innatas de
cooperación, sino de las características específicas de las normas sociales que
aprendemos, internalizamos y hacemos cumplir a los demás. Mientras que nuestras
motivaciones innatas juegan un papel, las normas sociales, que forman el
esqueleto institucional que permite a nuestras inclinaciones innatas operar,
son preponderantes.
Como una especie cultural, los seres humanos adquieren ideas,
creencias, valores y normas sociales de otros en sus comunidades, utilizando
claves de prestigio, éxito, sexo, dialecto y origen étnico. Prestamos especial
atención a temas que implican alimentación, protección ante el peligro y las
normas. Cambiar el comportamiento de la gente comienza con una comprensión de
nuestra naturaleza cultural, no nuestra racionalidad.
La internalización de las normas sociales que adquirimos a
través de un proceso de auto-domesticación, se convierten en las motivaciones
que guían nuestras acciones. Esto significa que las preferencias, deseos y
motivaciones de las personas no son fijas, y por lo tanto que los programas o
políticas bien diseñadas pueden cambiar lo que es automático, intuitivo y obvio.
Las normas sociales más potentes aprovechan los aspectos de
nuestra psicología. Y nuestra capacidad de innovación depende del tamaño de
nuestro cerebro colectivo, que depende de la capacidad de las normas sociales
para animar a la gente a generar, compartir y recombinar ideas novedosas y
prácticas. Existe un vínculo fundamental entre las instituciones y la
psicología. Debido a que diferentes sociedades tienen diferentes normas,
instituciones, idiomas y tecnologías, también tienen diferentes formas de
razonamiento, heurísticas mentales, motivaciones y reacciones emocionales. La
imposición de las instituciones importadas a menudo crea desajustes
psicológicos y sociales que tienden a conducir a resultados pobres.
Mediante el examen de la interacción y co-evolución de la
psicología, la cultura, la biología, la historia y la genética, tenemos la
posibilidad de obtener información importante sobre la psicología humana.
FUENTE: Project
Syndicate