Una nueva investigación publicada en American
Journal of Psychiatry ha demostrado que la cantidad de dinero que los
padres tienen puede afectar la conectividad del cerebro de un niño, y ponerlos
en mayor riesgo de depresión. Un equipo de la Universidad de Washington de St.
Louis analizó resonancias magnéticas funcionales de 105 niños de edades
comprendidas entre 7 y 12, y se encontró que las estructuras clave en el
cerebro se conectan de manera diferente en los niños de hogares pobres en
comparación con los niños de familias con mayor ingreso económico. Estas
estructuras cerebrales influyen en cómo los niños aprenden y regulan sus
niveles de estrés y emociones.
"Nuestra investigación pasada ha demostrado que la anatomía
del cerebro puede tener un aspecto diferente en los niños pobres, especialmente
en el tamaño del hipocampo y la amígdala", dijo el investigador principal
Deanna Barch. El estudio también encontró que los niños que eran pobres en la
etapa preescolar eran más propensos a sufrir de depresión a los 9 o 10 años, en
comparación con sus pares.
La pobreza en este caso se midió utilizando un ratio de
ingresos, el tamaño familiar y los ingresos anuales. Los investigadores tienen la
hipótesis de que se trata de una consecuencia de factores ambientales como el
estrés, la mala alimentación, la exposición al humo del cigarrillo y otras
sustancias tóxicas, y las oportunidades educativas limitadas.
La mala noticia es que, estudios anteriores, no encontraron
ninguna evidencia de que esta alteración en las estructuras estudiadas pudiera
ser reversible. Sin embargo, eso no quiere decir que no hay nada que podamos
hacer. El año pasado, un estudio sin precedentes en los EE.UU. mostró el efecto
increíble que un pequeño ingreso adicional puede tener sobre los niños pobres.
"Muchas cosas se pueden hacer para fomentar el
desarrollo del cerebro y el desarrollo emocional positivo", dijo Barch.
"La pobreza no pone un niño en una trayectoria predeterminada, pero nos
conviene recordar que las experiencias adversas de los primeros años de vida
influyen en el desarrollo y la función del cerebro. Y si esperamos a intervenir,
tenemos que hacerlo temprano”.
Recordemos que el pobre ingreso económico impide que los
niños se puedan desarrollar con todas sus necesidades cubiertas (alimentación,
educación y salud) y eso podría estar limitando el desarrollo cerebral
saludable, lo cual se refleja en los scans cerebrales, pero aún se necesita
mayor estudio para determinar si estas diferencias en el tamaño de las
estructuras cerebrales se corresponden con una alteración funcional.
FUENTE: Science
Alert