El satélite Mars
Reconnaissance Orbiter (MRO) de la NASA ha detectado una gran mancha sobre la
superficie marciana en un lugar cercano a dónde debería haber aterrizado la
sonda Schiaparelli. Por lo que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha anunciado
que la sonda se ha estrellado contra la superficie de Marte.
Esta nueva información
alimenta la hipótesis que Schiaparelli
no sobrevivió el descenso y se destruyó. Los datos transmitidos por la
sonda antes de que pierda contacto indicaron que sus sistemas de descenso no
funcionaron correctamente. Su paracaídas se eyectó demasiado pronto y sus
retrocohetes, diseñados para reducir la velocidad y ubicarlo justo por encima
de la superficie, se encendieron sólo por unos segundos en vez de medio minuto.
Las imágenes tomadas por el MRO
no son del todo definitivas porque la resolución es baja, tan sólo seis metros
por píxel. Sin embargo su contexto es convincente ya que la mancha (inexistente
hace anteriormente) está situada a solo 5.5 kilómetros al oeste de donde debía
haber aterrizado la sonda.
Además, un kilómetro al sur,
también hay una mancha blanca que parece ser el paracaídas de 15m de
Schiaparelli que habría flotado detrás de la sonda antes de precipitarse al
suelo. Una vez más, esto no estaba presente en las imágenes anteriores.
Los ingenieros aún siguen
analizando la telemetría la sonda transmitida a través de las diversas fases de
su descenso antes de cortar inesperadamente la comunicación por radio unos 50
segundos antes de la hora prevista de aterrizaje. Ellos quieren establecer con
precisión porqué los propulsores y el paracaídas se comportaron como lo
hicieron. También esperan ser capaces de identificar la altura en la que se
produjo cada evento.
En última instancia, la
investigación debe decirnos en qué etapa de la secuencia de descenso
Schiaparelli entró en caída libre y la velocidad con la que chocó contra el suelo,
la cual se estima fue mayor de 300 km/h. Lo suficientemente fuerte como para destruir
la pequeña sonda de 557 kilos.
A pesar de todo esto, la
misión está lejos de considerarse un fracaso. El
orbitador Trace Gas Orbiter (TGO) de la misión ExoMars sí logró colocarse
en la órbita marciana y podrá estudiar el planeta rojo desde el espacio; y
aunque Schiaparelli no funcionó de acuerdo a lo planeado, era solo una
demostración de tecnología que serviría para la próxima misión.
Este futuro vehículo utilizará
parte de la misma tecnología que Schiaparelli, incluyendo su radar doppler para
detectar la velocidad y la distancia a la superficie mientras desciende, y sus
algoritmos de guiado, navegación y control.
El director general de la ESA,
Jan Woerner, dijo que el hecho de que Schiaparelli regresó el 80% de su
telemetría descenso anticipado hace que la misión ya sea un éxito,
independientemente de lo que pasó en sus últimos segundos.
"(El 80%) significa que obtendremos
información de un análisis detallado de los datos para el que fue construido Schiaparelli,
sobre todo en el rendimiento de elementos tales como el escudo de calor, el paracaídas,
los radares, los propulsores y así sucesivamente", escribió
en su Blog. "Esta información puede utilizarse posteriormente para
mejorar el diseño de la misión Exomars del 2021, ya que en esa misión la
supervivencia del módulo de descenso será de real relevancia científica", finalizó.
Por otro lado el orbitador TGO
se encuentra trabajando de acuerdo a lo esperado y va a pasar los próximos años
estudiando el comportamiento de los gases como el metano, vapor de agua y
dióxido de nitrógeno en la atmósfera del planeta rojo. Aunque presentes sólo en
pequeñas cantidades, estos gases (el metano en particular) brindan pistas sobre
el estado actual de la actividad del planeta. Incluso podrían, aunque es una
posibilidad muy lejana, dar señales
de la existencia de vida.