De acuerdo a predicciones
realizadas con modelos computacionales hechas por el gobierno de Estados
Unidos, incluso una guerra nuclear regional podría provocar un enfriamiento
global "sin precedentes" y reducir las lluvias durante años
En los años de la Guerra Fría,
cuando los EEUU y la Unión Soviética competían por ser la potencia que domine
el planeta, el riesgo de un “Invierno Nuclear” era
muy alto. Si ambas naciones hacían uso de su inmenso arsenal nuclear, la Tierra
se cubriría de polvo, ceniza y humo que impedirían ver la luz solar durante
semanas. La civilización humana vería su final en este escenario.
Ahora, con la desaparición de
la Unión Soviética, el riesgo de un Invierno Nuclear es casi inexistente. Sin
embargo, la amenaza de un conflicto regional focalizado que haga uso
de armas nucleares es real.
Por eso, con el fin de conocer
los efectos climáticos que podría ocasionar un conflicto nuclear regional, científicos
de NASA y otras instituciones modelaron una guerra en la que participaban cien
bombas como la de Hiroshima, cada una con el equivalente a 15 mil toneladas de
TNT, un 0,03 por ciento del arsenal
nuclear actual.
Los investigadores predijeron
que los incendios resultantes provocarían aproximadamente cinco millones de
toneladas métricas de carbono en la parte superior de la troposfera, la capa
más baja de la atmósfera terrestre. Este
carbón absorbería el calor solar para luego elevarse aún más a una altura donde
el hollín tardaría mucho más en despejarse del cielo.
El enfriamiento global causado
por estas nubes de carbono no sería tan catastrófico como el de un invierno
nuclear, pero "los efectos aún se considerarían como conducentes a un
cambio climático sin precedentes", dijo
el científico físico Luke Oman durante una conferencia de prensa el viernes,
en una reunión de la Asociación
Americana para el Avance de la Ciencia en Washington, DC.
Como se sabe, la Tierra se
encuentra actualmente camino a calentarse a largo plazo. Sin embargo, si
ocurriese una guerra nuclear regional, las temperaturas globales promedio
caerían en aproximadamente 1,25 grados C durante dos o tres años después,
sugieren los modelos.
Por otro lado, en los
trópicos, Europa, Asia y Alaska se enfriarían de 3 a 4 grados C, según los
modelos. Partes del Ártico y la Antártida se calentarían un poco, sin embargo, debido
a los cambios en el viento y los patrones de circulación oceánica, dijeron los
investigadores. Después de diez años, las temperaturas globales promedio
todavía serían 0.5 grados C más bajas que antes de la guerra nuclear.
Pero aunque estos cambios
detengan el proceso de calentamiento global, tendrían un costo inmenso en vidas
humanas. "Nuestros resultados sugieren que la agricultura podría verse
gravemente afectada, especialmente en áreas que son susceptibles a las heladas
de fines de primavera y principios de otoño", dijo
Omán, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.
"Ejemplos similares a los
fracasos de cosechas y las hambrunas experimentadas después de la erupción de
Tambora en 1815 podrían ser generalizados y durar varios años", agregó.
El volcán al que Omán hace referencia se encuentra en indonesia y causó un “año
sin verano” que dio paso a hambrunas y disturbios.
Según el modelo, todos estos
cambios también alterarían los patrones de circulación en la atmósfera
tropical, reduciendo la precipitación en un 10% globalmente en un periodo de
uno a cuatro años, e incluso después de siete años, la precipitación media
mundial sería 5% más baja de lo que era antes del conflicto.
"El mensaje principal de
nuestro trabajo", dijo Omán. "Sería que incluso un conflicto nuclear
regional tendría consecuencias globales", agregó
el científico de NASA
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