David Karl es uno de los más
reputados oceanógrafos del mundo. Es profesor en el Instituto del Océano de la
Universidad de Hawai y también dirige el Laboratorio de Oceanografía
Microbiológica. Acaba de recibir el Premio Balzan, que es tan importante como
un Nobel por su contribución al conocimiento del papel y la importancia de los
microorganismos marinos.
Aquí fragmentos de una entrevista
que dio para El Mundo
En la tierra se pueden ver de manera muy palmaria los efectos que la
contaminación y el cambio climático están produciendo. Sin embargo en el mar no
son tan evidentes, ¿verdad?
Los cambios realmente solo son
visibles en las zonas costeras. En la actualidad, por ejemplo, hay zonas en las
que no es posible bañarse, practicar la pesca o la navegación porque están
excesivamente contaminadas. Eso es algo absolutamente nuevo, de los últimos 50
años, consecuencia de la contaminación de las grandes ciudades y del vertido de
aceites, pesticidas y otras sustancias a los mares. Incluso en Honolulu tenemos
playas cerradas al público…En Barcelona y en otras ciudades de Europa donde hay
un gran impacto humano, el océano está perdiendo su oxígeno. Sus plantas
mueren, el mar ya no produce oxígeno y sus peces desaparecen. Es lo que
nosotros, los oceanógrafos, llamamos zonas muertas, y cada vez son más.
Los estudios muestran que en los últimos cien años la temperatura del
planeta se ha incrementado en un grado, lo que es muchísimo para tan sólo un
siglo. ¿En el mar también se observa?
Sí. El aumento global de un grado
es una combinación de la temperatura de la tierra y del mar. Pero el mar absorbe
mucho calor. De hecho, una de las principales funciones de los océanos es mover
el calor alrededor del planeta, lo que crea los sistemas meteorológicos y en
última instancia el clima. Si se calienta el planeta y se calientan los océanos
lo que ocurre es que los océanos se estratifican más y más. El océano está
formado por capas, y según se desciende a nivel vertical, el agua se va
haciendo cada vez más y más densa. De ese modo, el agua que está en lo más
profundo es la más fría y la más densa, mientras que la de la superficie es la
más caliente y la menos densa. Eso es así en todos los mares excepto en la
Antártica y probablemente en el Polo Norte, que tienen una temperatura más o
menos constante, y con una temperatura constante el agua del océano se mezcla a
nivel vertical. Pero si se tiene una temperatura muy alta en la superficie y
muy fría en el fondo el agua del océano no se mezcla, como ocurre por ejemplo
en los trópicos o en zonas del Mediterráneo.
Si las temperaturas suben por encima de los dos grados, ¿qué escenario
prevé usted?
El Mediterráneo va a ser un lugar
muy interesante de observar. En el Atlántico, si las temperaturas aumentan los
peces emigrarán hacia aguas más frías, hacia el norte. Es algo que de hecho ya
estamos viendo. Pero en el Mediterráneo los peces no pueden marchar hacia el
norte porque es un mar cerrado, están atrapados en él. Es un caso especial, y
si las temperaturas suben más de dos grados y dado que no pueden emigrar lo más
probable es que mueran, que queden exterminados y el Mediterráneo se convierta
en un mar muerto.
¿Y cómo se logra frenar el calentamiento global?
No tengo ni idea. Lo que sé es
que si continuamos como hasta ahora, incrementando las emisiones de dióxido de
carbono, incrementando la población, incrementando el producto interior bruto
de cada país, no vamos a conseguirlo. Pero la realidad es que nadie quiere
rebajar su nivel de vida, nadie quiere tener menos comodidades. Incluso
aquellos que se muestran preocupados por el crecimiento sostenible del planeta
quieren sus iPhones, sus televisores, su automóvil... Lograr detener el calentamiento
global implicaría un cambio radical en nuestra forma de vida.
La solución a la escasez de algunos minerales necesarios para la vida
puede hallarse en los océanos, ¿no?
No hay duda de que cada vez se
está mirando más al mar en busca de minerales. Un ejemplo es el fosfato que es
absolutamente necesario para la vida. Es un elemento esencial para la vida que
no puede ser reemplazado por ningún otro. Pues bien: resulta que para el año 2050,
que está a la vuelta de la esquina, empezará a escasear el fósforo. Pero no se
trata sólo de los fósforos. Para obtener por ejemplo un kilo de carne de ternera
se requiere muchísima más energía que para producir verduras. Y a medida que
los países se desarrollan, crece el apetito de sus poblaciones por las
proteínas animales, muy caras de producir en términos ecológicos. En el futuro
la gente tendrá que comer muchísima menos carne y muchos más alimentos
procedentes de la fotosíntesis, ya sean cereales, semillas... Será un cambio
fundamental en nuestro estilo de vida. Hoy los ricos comen carne, pero en unos
años todos seremos forzosamente vegetarianos y la comida escaseará.
¿Y qué papel juegan los océanos en todo esto?
Pues resulta que hay mucho
fósforo en los océanos. Yo y mi equipo estamos trabajando en proyectos sobre
como extraer el fósforo del mar para utilizarlo luego en la agricultura y la
industria.
¿Por el momento no es posible?
No, nadie lo ha hecho. Hemos
sacado otros minerales del mar, pero nunca fósforo. El problema es que el
fósforo en el mar está a mucha profundidad, y bajar allí es muy caro y eso
haría incrementar enormemente su precio. Nosotros tenemos un proyecto en
marcha, y si pudiéramos hacerlo viable sería increíble. Si le digo la verdad,
ese es mi sueño.
FUENTE: El
Mundo