En 2005 los científicos descubrieron que chorros
de vapor de agua salían despedidos a toda velocidad al espacio a través de
fisuras de hielo en el polo sur de Encelado, una luna helada de Saturno. Desde
entonces, los investigadores han estado tratando de explicar estos geysers.
Ahora, 12 años después, un artículo publicado en la revista Nature
Astronomy, podría tener una respuesta que podría aumentar las esperanzas de
encontrar algún día vida en el gélido Encelado.
"De donde Enceladus consigue la energía sostenida para mantenerse activo siempre ha sido un misterio", dice el astrobiólogo Gaël Choblet de la Universidad de Nantes en Francia. "Pero ahora hemos considerado con mayor detalle cómo la estructura y la composición del núcleo rocoso de la luna podrían desempeñar un papel clave en la generación de la energía necesaria", agregó.

Los científicos creen que los chorros que brotan
del exterior de Encelado emanan de un vasto océano global de agua salada, el
cual se encuentra debajo de la capa de hielo que envuelve a la luna. Se estima
que este caparazón tiene un espesor promedio de hasta 25 kilómetros de
profundidad, pero con 1 kilómetro alrededor de la región polar sur donde se
produce el spray hidrotermal.
Pequeños fragmentos de minerales en los chorros
detectados por la sonda Cassini sugieren que las sales y el polvo de sílice en
el aerosol se forman a través de agua caliente que alcanza alrededor de 90° C
interactuando con la roca en el núcleo rocoso de Encelado.
Pero para que esa interacción ocurra, tendría que
haber suficiente espacio dentro del núcleo como para que el agua existiera,
tendría que ser porosa o incluso blanda. "Sea cual sea la composición del
núcleo en términos de rocas, debe tener agua dentro", explicó
Choblet a New Scientist, "quizás un 20 o 30 por ciento de agua".
En nuevas simulaciones, el equipo descubrió que el
movimiento de las mareas generado por la órbita elíptica de la Luna de Saturno
podría calentar agua dentro del núcleo de Encelado, debido a la fricción
producida cuando el líquido circula y se desliza entre los fragmentos de roca.
A medida que el agua aumenta de temperatura
(alcanzando los 90° C), asciende a través del núcleo poroso, transfiriendo
calor al océano global en forma de chorros elevados, algunos de los cuales
terminan derritiendo el núcleo helado de Encelado, finalmente
escapando hacia el espacio.
"El transporte de agua en el núcleo permeable
calentado por la marea produce venteos estrechos y calientes con temperaturas
que superan los 363 K", escriben los investigadores en su artículo,
"caracterizados por potentes zonas calientes (1-5 gigavatios) en el fondo
marino, particularmente en el polo sur".
El calor y la energía producidos por el fenómeno
expulsarían las plumas de las regiones polares de la luna (lo que explicaría
por qué la capa de hielo caliente es más delgada allí) y podrían finalmente
ayudar a calentar el océano durante potencialmente miles de millones de años,
plantea el equipo.
Investigaciones anteriores sobre Encelado habían
sugerido que las plumas podrían ser alimentadas por la desintegración
radiactiva de las rocas en el núcleo de la luna. Si ese fuera el caso, sin
embargo, el proceso podría haber proporcionado calor durante millones de años,
lo que posiblemente no sería lo suficientemente largo como para que la vida
evolucionara y se asentara en el océano templado enterrado bajo la máscara
congelada de Encelado.
Sin embargo, durante un período de tiempo mucho más
largo (hasta miles de millones de años) es
posible que la vida pueda encontrar una manera de aprovechar al máximo esa
oportunidad.
Un océano gigante, caliente y con varios miles de
millones de años sería un lugar propicio para la aparición de la vida.
Finalmente en la Tierra, solo se necesitaron unos 640 millones de años para que
la vida evolucionara de microbios a la inmensa variedad que tenemos
actualmente.
FUENTES: SPACE,
SCIENCEALERT,
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